Edito

Número 2 / Septiembre 2008
A petición de numerosos lectores, se ha cambiado el fondo negro por el blanco, para así castigar menos la vista.
Y tenemos dominio propio: www.toreteo.com

En Pie de Guerra

Only after the last tree
has been cut down,
only after the last river
has been poisoned,
only after the last fish
has been caught,
only then,
will you find that
money cannot be eaten

*Cree Indian Prophecy


De rodillas hincado

Tú pide,
sí…
se te acabará dando.
Tú busca,
insiste…
tal vez encuentres:
conócete a ti mismo hasta tus más rojas entrañas.
Pero hazlo como un impecable guerrero
en perfecto estado de guerra total.
Igualito que un sabio y ancestral ciprés
te hincas profundamente en el suelo a dos rodillas.
No te seques,
sé paciente…
nubarrones bien cargados de oro macizo
amenazan tormenta.
Pero aguanta,
tranquilo,
no saborees todavía la miel del horizonte
que se anuncia bien sabrosa.
Primero clava tus ojos al piso
hasta escrutar con fiereza las sagradas semillas
del núcleo mismo de la Tierra,
así,
a rostro encendido y corazón desbocado:
de un maravilloso momento a otro
el oro del cielo se arrancará a llover
mojándote hasta en el último gesto
de tu postura de noble mendigo
que pide y que busca.
Y tu espera ha llegado a su fin,
el castigado suelo de loto se abre de par en par
cuando el sin techo no se derrumba
ante el más austero perfume de la vida…
y se enciende la noche
como la fresca cara de una niña pequeña:
tu anhelo y tu hambre han sido saciados:
acaba pues tan solemne espectáculo
y tú recoges tu sombra
y te echas de nuevo a andar.


No me llaméis poeta

No,
no me llaméis poeta…
mejor me recordáis como vagabundo o mendigo:
ese será mi más exacto retrato.
No es de mi pluma,
es de mi austero carcaj de sin techo y sin rumbo
de donde llueven certeros todos esos chorros de flechas
que hacen sus blancos en las más rojas dianas.
No,
no me llaméis poeta porque no es cierto…
mejor nombradme alimaña o bichejo,
pues mi hábitat natural son madrigueras y cuevas…
sólo que cada vez que salgo afuera,
¡ay!,
cada vez que salgo afuera necesito soltar
todo este bramido para no enterrarme en redondo
por lo menos mil siglos.
Llamadme esparto, loco, caído o espejo…
pero poeta no:
llamad poeta al poeta,
al rapsoda,
al egocéntrico,
al lírico…
pero no a mí,
a mí simplemente ofrecedme un plato
de comida caliente:
ese será vuestro más logrado piropo.
No,
no me llaméis poeta…
escribid la poesía vosotros:
ofrecedle su pan al hambriento,
dadle al cansado un baño caliente y sábanas limpias,
dejadme que yo os llame poetas:
ese sí que será el poema-tesoro
más tremendo que poeta alguno jamás haya escrito.


El Chamán Desertor

Sé que vuestros corazones brillan de verde puro
cuando me acusáis de ser un chamán,
y sin embargo…
sabed que llevo miles de años comiendo cieno a puñaos.
Me señaláis con el dedo con crudo propósito
y me buscáis como al fértil limo
en donde vuestra alegría podrá florecer,
pero sabed…
yo también puedo ser ese ejército de pulgas rabiosas
que machaca con inocencia la piel.
Cuando escucho que soy el duro tronco que firme
se mantuvo en pie entre hachazos de rayos…
yo me contemplo por dentro y me llega olor a tiniebla.
No,
no me llaméis compasivo o piadoso…
pronunciad mi triste figura como si fuese barro.
¡Claro que os puedo regalar una flor por todos
y cada uno de los amaneceres que oséis respirar,
acercar hasta vosotros un aguacero
de inmaculadas luciérnagas!,
y sin embargo…
en mis plantas se enroscan lascivas culebras
asfixiando con saña cada verde tallo de otoño.
De mí reclamáis las palabras…
y vuestro deseo respeto,
pero yo ya sólo puedo graznar a roja voz,
vomitar en las hojas mis crudas penas de plata.
En las altas ramas de la tarde no me hallaréis,
buscadme debajo...
entre hambrientos mendigos sin afeitar
jugando en cada minuto a estrangularse con dulzura.
Me pedís ser los labios obscenos
que nunca se habrán de besar,
hacedlo…
pues en vuestro derecho estáis
y yo lo aceptaré con alegre tristeza;
pero os anticipo que mi agua de toro os puede abraxar,
así,
cuando chorree toda esa incontenible cascada
de besos callados.
Me rogáis el tacto que como puño os cure la piel,
la caricia que os colme la sed;
si queréis mi mano para encontraros…
¡tomadla!,
a mí todavía me queda la otra:
con ella me voy a inventar a viva flor…
¡¡Ay…pero y a mí,
quién me hará regresar al útero de la Tierra
con hermoso estruendo de árbol caído,
quién me amamantará con leche tibia de madre!!
Decidme…
¿alguien conoce el pecho en donde se ocultan
los pezones azules de las calientes auroras…
y mi fresca Primavera,
llegará algún día como un oportuno mazazo de besos
o mi espera sólo será de cansadas hojas caducas?

Estados Preparatorios

VII

Instaurar
por el Teatro de la crueldad
el verbo
vibratorio
sistemático
y metódico.

I

El cuerpo es el cuerpo
y está solo
y no necesita órganos,
el cuerpo no es jamás un organismo
los organismos son los enemigos del cuerpo,
las cosas que lo han hecho
suceden ellas solas
sin el examen de ningún órgano,
todo órgano es un parásito
recubre una función parasitaria
destinada a hacer vivir un ser
que no debería estar allí.
Los órganos han sido hechos para dar de comer
a los seres,
aunque éstos hayan sido condenados en su principio
y aunque no tengan ninguna razón para existir.
-
*Traducción de José Luis Trejo (Ciudad del Carmen - México)

¡Dios mío, perdóname!

Hace siete años yo meditaba con un gurú. Pasando una cortina de cuentas se entraba en una sala oscura donde practicábamos el Hatha yoga. Luego, cerrábamos los ojos y hacíamos "ommmm". El mantra sagrado. Después de varios meses de meditar con el maestro, he aquí que una noche me encontraba en el asiento trasero de un taxi, en mitad de dos amigos. El chofer conducía como un forajido en el torrente de la autopista. Las aspas del limpia parabrisas despejaban un horizonte de luces blancas y rojas y pinos agitados por el viento. Una ambulancia pasó cortando el tráfico y nosotros aceleramos tras ella. Nuestro taxi se me figuraba un Boeing 767 sobrevolando la ciudad. (Al cerrar los ojos, vi un avión acercándose vertiginosamente a un rascacielos. El destello de la explosión se abría en la oscuridad de la cabina como el flash de una foto y nosotros hacíamos nuestra última mueca de horror). ¡Ah! -grité espantado. ¿A éste qué le pasa? -preguntó el taxista- ¿Está drogado? No, soy un santo, un clarividente. ¿Adónde van? Íbamos a una fiesta.
-Esta noche no voy a beber -les dije.
-No se va a poner con esas.
-Sólo un brindis.
-No insistan, no voy a beber.
Dos horas más tarde, estaba completamente borracho, diciendo estupideces y besando a dos mujeres. (Hay testigos). Lo cual no impide que el lunes siguiente estuviera otra vez en la casa del gurú. Me senté en la posición de loto, la pierna derecha sobre la izquierda, las manos sobre las rodillas, concentrado, viendo a través de los párpados cerrados la claridad de Dios que irradiaba amor y sabiduría sobre mi espíritu. Pero, sin saber por qué, el sábado siguiente me emborraché en una discoteca. Rompí una lámpara. Terminé durmiendo en el piso como un perro. Una amiga me vio y me ayudó a levantar. Mientras bajaba las escaleras vomité el tapete rojo. Los gorilas me querían pegar pero ella paró un taxi y me llevó a casa. (Gracias). El lunes volví donde el maestro. Pierna adelante, pierna atrás, el cuerpo arqueado, los pulmones bien abiertos, el culo contraído, inspiración, exhalación. Hatha yoga. El sábado siguiente, decidí cocinar para unos amigos pero me pasé de copas y me fui a la cama a dormir. Cuando me desperté, al otro día, la comida estaba carbonizada. Me dolían los pies porque llevaba 24 horas con los zapatos puestos. Eso me hizo entrar en razón. Al fin, dejé de renegar del catolicismo y me dediqué a beber como Dios manda, es decir, como un monje medieval hundiendo la cabeza en el tonel del vino sagrado. No más espiritualidad pagana. Sólo borracheras.

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Ahora frecuento un templo budista. Me siento frente a un monje de movimientos suaves y mirada benigna, que envuelve su flaquísima desnudez en una túnica amarilla y escarlata. Cierro los ojos y veo a Buda bendiciéndome. Un rayo blanco en la frente, uno rojo en la garganta, uno azul en el vientre. Veo un Buda dorado flotando en el espacio infinito, con la mano izquierda levantada. Me sonríe. Respiro y entra el amor y la compasión en mi ser. Exhalo y sale la rabia y el odio bajo la forma de un humo negro. No cabe ninguna forma de ironía en esto. Es completamente en serio. Pero los fines de semana siempre termino bebiendo. Envuelto en unas borracheras monumentales con todo y rubias coquetas, botellas rotas y tipos que me quieren pegar. Pero nunca me pasa nada porque Dios guía mis pasos. Dios me lleva a bares y a fiestas porque quiere que vuelva al catolicismo. Que coma pan y vino en vez de estar venerando estatuas doradas. Entonces, me acodo en la barra para no caerme y llamo al camarero: "¿Qué va a beber?"- me pregunta. ¿Le puedo confiar un secreto? -digo yo. "¿Qué va a beber?"-dice él. Una cerveza. "Aquí tiene". ¿Le puedo decir un secreto? "Bueno, ¿qué?" Ahora tengo dos novias. "No es el único". Pero éstas son distintas: una es asiática y la otra es judía. "¿Y cuál le gusta más?". Las dos. "Tenga, la casa invita". ¡Salud! "¡Amén!" El camarero, con la cabeza pelada y una cruz atada al cuello, parece un ex sacerdote. Yo me confieso en lenguaje figurado y él me absuelve con tragos gratis.

Las iglesias podrían ser remplazadas por bares malolientes y casi no se notaría la diferencia. En el fondo yo soy católico, es decir, borracho, pero ya tuve suficiente de curas, misas y catecismos como para echar a perder tres vidas. Por eso, he decidido pasar a lo esencial: Dios y el vino. ¿Cómo me podré librar, Dios mío, de esta culpabilidad enfermiza que esos monstruos me inocularon en la más tierna infancia? El catolicismo aporta la enfermedad y la cura: bebiendo. ¡Qué agradable se siente estar borracho! En un primer momento, la bebida aligera la culpa pero luego la multiplica La consciencia es un hoyo sin fondo ni solución.

Así es que me voy a mi casa a buscar redención por otros lados. Beso la estatua de Buda en los labios y me siento a meditar. De repente, es como si los dos hemisferios de mi cerebro lucharan por el control de mi mente, con variaciones de un segundo entre uno y otro, que se representan en colores azul y rojo. Mi cabeza es una ambulancia a punta de estallar. Miles de imágenes y recuerdos. Un cardumen. Un león. Un cachalote. El ojo de un cachalote. Un bosque. El mar. Las copas de los árboles. El viento. Peces abisales. Arena. El desierto. Huellas de camellos entre briznas de yerba. Una mujer. Osos atrapando salmones. Olor a caballos galopantes. Sudor y calor. Perros ladrando en una calle de los suburbios. Guepardos persiguiendo gacelas. El bum bum de una estampida de elefantes. El cuerno de un rinoceronte enhebrando el viento. Una tormenta. La electricidad rugiendo. El siglo XX en marcha y humeando. Bombas y cañones. Muertos. Muertos. Muertos. Un bebé. Toda la historia muy rápido. Una cabeza de tiranosaurio mirando por encima del tiempo, que se expande y se contrae. La respiración como metáfora del movimiento del cosmos. Blanco. Silencio.

Muros para Inmigrantes

La tierra se ha vuelto un lugar algo inhóspito. Aparecen por doquier claves de exclusión, a usted no le queremos aquí, pues nuestra riqueza y nuestro bienestar no es para compartir. La solución a la cual se han volcado nuestros dirigentes más capacitados es, lamentablemente, la opción más obvia e infantil: erigir muros más o menos desde el trópico de Cáncer hacia abajo.

Para épocas barbáricas, soluciones romanas. El credo del capitalismo parece rezar: Si les hemos dado la oportunidad de desarrollarse y no lo han hecho, es hora de protegernos del flagelo invasor de la inmigración. Aparecen muros, proyectos de muro y muros camuflados; un pasaporte con código de barras, una huella digital, un policía en el aeropuerto que detiene a todo aquél que parezca salido del casting de María llena eres de gracia.

En ese sentido, los muros visuales los conocemos todos: La franja de Gaza y el proyecto de muro entre México y los U.S. of North A., son los más famosos. Pero los muros verdaderamente peligrosos no son visuales sino mentales.

I.-
El muro visual bien es sabido detiene solamente al coyote torpe e incapaz. La reflexión es obvia: Si hay un muro es por algo, y siempre y cuando haya muro habrá gente capaz de atravesarlo. Crecerán las palas a medida que crezcan los muros. Construiremos balsas más rápidas. Nos llevará más tiempo. Aprenderemos a ser pacientes.

El concurso de idiotez empezó cuando alguien, ante la pregunta, ¿cómo detenemos la inmigración? Respondió con la lógica de alumno de primaria, “construyamos un muro”. Pues muros, siempre hemos tenido, en esta humanidad sin ideas. Basta pasearse por Berlín para ver no sólo lo grande que puede llegar a ser un muro en cuanto a estupidez humana, sino también la colección de pequeñas placas insignificantes a sus costados que susurran “aquí murió abatido por el ejército intentando escapar…”. O el pobre infeliz que intentó cruzar el Rin cerca del Reichstag, y murió en tierra de nadie de un balazo, a solamente diez meses del final de la guerra fría.

Sin embargo, los muros visuales no son sino el reflejo de los muros mentales. El muro visual se derrumba, el muro mental se reprime. Creer que se puede combatir un muro mental destruyendo un muro visual equivale a creer que se acaba con las malas condiciones carcelarias de un país al derrumbar una cárcel (el ejemplo venezolano es insigne en esta materia).

El muro mental tiene varias causas. La causa principal es un diagnóstico psicológico conocido tradicionalmente como “psicosis”, la incapacidad de evaluar la realidad, de constatar lo que existe y lo que es ficticio. En fin, de ver y no reconocer absolutamente nada.

Cuando el partido de extrema derecha franquista se reunió en las Puertas del Sol en Madrid para lanzar insultos en contra de los inmigrantes que limpian las calles, mantienen los servicios y trabajan de noche en la capital ibérica, lo único que se vio fue un muro mental. El muro visual ya está proyectado para construirse entre España y Marruecos, la “puerta” por la cual se colean los esperanzados inmigrantes venidos de los estados magrebinos del norte del África. Pero la ignorancia no tiene límites, y aglomera proto-fascistas en una plaza para construir muros mentales también.

Muro mental es el que aparece cuando el gobierno de los U.S.A. se empecina en sostener, no sólo en contra de toda evidencia sino también en contra de los testimonios de altos oficiales del ejército norteamericano, que la situación en Irak está “bajo control” y que la gente “está agradecida” por la labor del “ejército de liberación”. Deberían aumentarle la dosis de Prozac al Tío Sam, a ver si se despierta a la realidad.

Lamentablemente, por más que la administración Bush invoque sesiones de hipnosis colectiva para alienar a todo el pueblo norteamericano, la realidad jamás podrá ser contenida por muros mentales. En un estudio publicado hace unos años en Francia, la reportera Anne Nivat reveló una serie de entrevistas intituladas “Islámicos: cómo nos ven”, donde aparecen datos “increíbles” solamente para la gente escondida detrás de su muro mental. Según el estudio, para los iraquíes su “liberación” se ha reducido al caos total y la inseguridad permanente. Los civiles son las victimas más numerosas, y las humillaciones pan nuestro de cada día. Según los entrevistados islámicos de Pakistán y Afganistán, los Estados Unidos de Norteamérica no dudan al romper todos sus principios e ideales para conseguir satisfacer sus intereses. Dicen percibir a los U.S. of N.A. como patrocinantes de dictaduras sangrientas a través del mundo, como mentirosos a propósito de la guerra de Irak y como cínicos al hablar del escándalo de Abu Ghraib*. Concluya usted: ¿De qué lado está el muro mental? ¿Del lado Iraquí, o del lado Norteamericano?

El muro mental se afianza cuando se escucha a alguien explicar que se masacra a la gente porque se les quiere liberar. Pero la queja puede extenderse. Veamos esta cita: “A nivel político, se nos prescriben sistemas que no nos convienen en nombre de la famosa globalización. Se nos imponen los puntos de vista de la Unión Europea, del Banco Mundial, del FMI. A nivel cultural y social, se nos imponen comportamientos de vestimenta, musicales y culinarios”. Bien podría ser un discurso de Evo Morales o de Hugo Chávez, ¿no? El muro mental se extiende más allá de los océanos. Esa declaración la dio un profesor pakistaní a propósito del rol de los U.S. of N.A. en el Medio Oriente.


II.-
Pero el muro mental más visible –y el que más asusta a la gente- es el que existe ante un peligro migratorio del trópico hacia el norte. Esos islámicos barbudos que caminan diez pasos más adelante de sus mujeres cubiertas de pie a cabeza. La mirada sospechosa, el miedo y la desaprobación, son el muro mental más frecuente.

Y en esto de los muros ninguna nación detenta el monopolio de los mejores ladrillos o bloques de construcción. Países tan desarrollados como Francia, con una harta tradición de reflexión y comprensión del otro (“autrui” como le llaman los franceses cultos) han sido protagonistas de la erección de muros infranqueables del tipo “son una escoria” cuando los suburbios parisinos escupieron bilis y mostraron sus dientes hace unos años. Ya no hace falta proyectar un muro entre París y sus famosas banlieue o suburbios. El muro ya existe, mental o visual, ¿cuál es la diferencia?

Nuestras sociedades se desangran lentamente, mientras el sufrimiento nos conduce a aceptar las injusticias más grandes, en aras de evitar el cuestionamiento moral. El muro existe, está ahí, cuando finalmente se construye es simplemente porque queremos evitar ver la realidad de esta muralla y hacernos preguntas embarazosas sobre la desigualdad.

Por mi casa en Caracas, Venezuela, la realidad del muro mental siempre existió. Sin embargo, hace casi una década, una asociación de vecinos decidió construir un muro para “protegernos” del barrio que colinda, como en cualquier ciudad de Latinoamérica, con las urbanizaciones más aburguesadas. El muro no era, como muchos creen, para evitar el paso de la gente del barrio. Bien hemos dicho que el que quiera pasar, pasará, tarde o temprano. Pocos años más tarde entendí la función materializadora del muro, manifestación del muro mental.
-…la gente del barrio –comenté con un vecino, señalando al muro y suponiendo que él entendería el señalamiento de mi dedo. Pero él sólo miró el muro.
-¿Qué barrio? –me preguntó inocentemente.

III.-
El mundo perfecto, nuestro mundo perfecto no es más que una proyección del muro mental: Un mundo sin mexicanos, sin palestinos, sin iraquíes poniendo bombas. Pues la igualdad de nuestro sistema significa que nosotros, los de abajo, los incivilizados, tenemos la posibilidad de igualarnos a ellos. Así lo dejó entrever el francés Nicolás Sarkozy en sus últimas declaraciones: “El que no ame a la Francia, pues que se vaya”. Muro mental según el cual amar a la Francia es estar de este lado del muro (del lado de Sarkozy, claro está), sin derecho a chistar.

Pues mientras más se expande Europa y se integra corriendo sus fronteras, más crecen los muros mentales. Hoy en día la inmigración no es sólo la única culpable de la cada vez peor economía europea, sino que también es la causa de la “pérdida de valores” (entendido como pérdida del chauvinismo), en estas naciones. Todo esto enmarcado en la realidad: En Francia, la tasa de inmigrantes actual es de 5% de la población. Hace diez años era de 5% también. Es más, la inmigración en Francia está alrededor del 5% desde hace 20 años. La paranoia electoral de los partidos demagógicos dados a discutir el tema de la inmigración tiene como único objetivo hacer vibrar las dendritas de la población víctima de un psico-terrorismo publicitario y noticioso. Al final, todo se equilibra, todo se iguala y todo se repudia con igual fervor: La otredad, la diferencia, lo incomprensible. Hace unos años, según los medios de información, todos íbamos a morir intoxicados por el virus de la vaca loca. Luego, todos caminábamos viendo el cielo, convencido de que pereceríamos aplastados por aviones pilotados por islámicos. Poco tiempo después, no quedaba la menor duda de que los tsunamis acabarían con nuestras ciudades. Y hoy en día, todas las mañanas aparece en la televisión un mapa con una flecha que indica por dónde va el virus de la gripe aviar, o el ántrax, o el terrorista chino o árabe de moda, o cuántas cosas más. Por supuesto que cada día está más cerca. La contra-realidad a este muro mental es el hecho de que, hasta el sol de hoy, en Francia al menos, la única víctima de la gripe aviar fue… Un gato. Evidentemente, la sociedad protectora de animales se las vio negras para combatir el abandono de gatos, ya que por doquier empezaron a aparecer ciudadanos alienados por el muro mental, que largaban su mascota a la calle.

La lucha de nuestra generación –si es que queremos que venga otra después de nosotros-, está en derribar estos muros: Muros para inmigrantes, muros para detener la paranoia, muros del terror, que hacen el juego de los políticos menos capacitados pero más gritones. La otra posibilidad es seguir como estamos, en un mundo que cambia de colores en cada noticiero:

“Hoy: Plan antiterrorista nivel naranja. Contaminación grado tres. Cantidad de ciudadanos muertos por ataques-bomba en el mundo: catorce. Distancia al tsunami más cercano: mil kilómetros. Fíese de las palomas, que en Indonesia se ha registrado un caso de gripe aviar en este animal”.
Esto significa perpetuar el muro, lobotomizar a la población, construyendo paredes entre sus lóbulos, entre las etnias, entre sus ideas.

Para salir del bucle infernal de violencia y de la guerra sin fin contra “el terrorismo” sostenida en un racismo latente, nuestra única opción es retomar el diálogo. Y para ello debemos romper los muros y sobreponernos a los estereotipos. De lado y lado. La otra opción es seguir aislándonos, hasta terminar cada quien con su muralla particular, un feudo del alma y del espíritu. Todavía estamos a tiempo de derribar los muros, tanto visuales como mentales.
-
*Vicente es autor de la novela Caracas cruzada, disponible en la red de librerías Sur de Caracas, Venezuela. Su última novela, Historias de un arrabal parisino fue publicada por Ediciones Idea y se consigue en las librerías de Tenerife, España.

La otra Casamance

Este artículo pretende, por un lado, reflejar la actual situación económica e histórica de la Casamance, región situada al sur de Senegal entre Gambia y Guinea Bissau, y, por otro lado, desmentir los grandes mitos que pesan sobre esta zona. Si fuera verdaderamente una población violenta y una zona peligrosa para el viajero, las decenas de culturas que allí habitan no estarían conviviendo pacíficamente.

Entonces, ¿qué ocurre en La Casamance? Un breve repaso histórico nos permitirá descubrir porqué nació el Movimiento de las Fuerzas Democráticas de la Casamance (MFDC) hace ya más de 20 años, y cuál ha sido su trayectoria, para dar a conocer la situación actual de reivindicación de un colectivo de élite de intelectuales que piden el diálogo y la unidad para llegar a conseguir la paz y la reconciliación con el gobierno de Dakar.

No podemos negar que durante 24 años la vía de las armas ha sido utilizada para luchar contra el olvido que ha sufrido esta provincia por parte del gobierno de Dakar. Pero ahora el Movimiento Democrático de la Casamance pide la explotación de la vía de la palabra.

Esta situación política ha influido negativamente en la visión de la comunidad internacional sobre la Casamance, que actualmente sigue estigmatizada. Por este motivo, pretendemos presentar a toda la comunidad y a los propios senegaleses las potencialidades que ofrece esta exuberante zona de Senegal.

Este artículo se centra en presentar las diferentes opciones turísticas que ofrece actualmente la Casamance, principalmente un turismo monopolizado por las grandes operadoras internacionales y de terceros, y la posibilidad de hacer emerger un turismo rural, que a su vez, potencie el desarrollo de la agricultura, la ganadería y la pesca.

Los medios necesarios para desarrollar un mercado turístico en la Casamance de calidad empiezan por la implicación del gobierno en la formación profesional de los jóvenes senegaleses, la renovación de medios de producción agraria, y la inversión en la creación de nuevas infraestructuras de comunicación entre el norte y el sur de Senegal (fluvial, aéreo y terrestre, ente otras).

Nuestra intención es mostrar esta posibilidad de simbiosis a la población senegalesa para ayudar a recuperar la esperanza perdida, causa fundamental de la creciente emigración en masa de jóvenes senegaleses, y así descubrir las potencialidades de desarrollo de sus gentes y su país.

Quello che non c'è

Excitación

El chasquido de tu lengua en mi paladar
Deseas mi pecho y mi nalga desnuda
Mis garfios en tu espalda menuda
Besos de malva en mis besos de ceniza
Labios de pulpa en mis labios de cal

Muerdo el licor de la raíz de tus gemidos
Rumor marino que se eleva al cielo
De tu sangre sobre mis oídos

Me extiendo sobre ti
Te lleva mi oleaje

Transitas por mi torso de huesos
Cierro los ojos y me abrazo a tu voz
Tu rosa se adueña de mis sentidos
Estallo en el centro de tu mente.


La Bicicleta de Plata

Sentados en tierra yerma otrora sabia
oigo a mi espalda naves sirias
deslizarse sobre nuestro ebria quimera.
Tus senos en mis palmas son
palabras de agua, versos de mar.
El crujir de la espuma en arena.

Dejamos la locura sobre la mesa
entre platos a medio roer,
cementerios de brasas susurrantes
y copas manchadas de tintos besos.

Me hundo en ti y me precipito
en el abismo verde de tu iris.

El patio de luces está vacío.
Allí duerme la bicicleta de plata
que sueña en cada muda ventana
el orgasmo que muerde tu boca.


Estatua

Desde tiempos inmemoriales, en aquel olvidado jardín
donde las madreselvas escalan su propia sabiduría,
yace pensativa y lúgubre la figura de arcilla.

Un quejido de triste y viejo viento de posguerra
mudamente la desviste y descascarilla
lamiéndola como el recuerdo de una emoción.

El gemido ulula entorno a la taciturna estatua
y la golpea a hojas secas que caen despacio
como promesas no cumplidas, lastradas de culpa.

El otoño de pecados cruje y se retuerce a sus pies de barro,
y ella lo observa desde lo alto, con ciega pesadumbre,
esgrimiendo una mueca macilenta en su rostro sin nombre.

Licores de Santa Caterina

El sujeto-sujeto estaba sentado aburrido y en una silla de madera baja frente a una tienda de las que dan a la parte de atrás del mercado de Santa Caterina, cuando huele. Eran las ocho de la mañana aproximadamente y habiéndome levantado pronto esa mañana-mañana y buscando algún refresco para mi desayuno me encontré con que todas las tiendas estaban cerradas; me fijé en la cara del sujeto-sujeto, quien estaba masturbando un puro, y vi que la tienda que él aguardaba estaba abierta. Y al ver los escaparates llenos-llenos de botellas antiguas con las etiquetas de los precios resecos por la antigüedad y el sol, me dispuse a entrar, tras lo cual el sujeto-sujeto del puro hizo lo mismo detrás de mí.

Qué le trae por aquí joven. Pues mire, quería una botella de coca-cola light. No tengo light, bah, eso no se vende, sólo la toman los niños pequeños - acompañando con su mirada y su cabeza, que en esos momentos estaba ya en mis piernas, pues ese día llevaba puestas unas bermudas de palmeras azul turquesa con fondo blanco, unas deportivas rojo chillón y una camiseta de tirantes pirata de pata de palo.

Pues si no tiene light démela normal, es que la light refresca más que la otra, ¿sabe?, porque no contiene azúcar y el azúcar da más sed. Normal sí que tengo, joven. Se fue detrás del mostrador y al volverse y mirándome fijamente me dijo: a que tú no sabes preparar un potaje, a lo cual repuse, pues claro que sí. Bah, es que los jóvenes de hoy en día no saben cocinar, todo congelao y al microondas. Eso es una mierda de comida. Antes la abuela hacía un potaje en la olla para dar de comer y cenar a toda la familia, y si sobraba, pues para toda la semana. Antes las mujeres hacían bien de comer, no como ahora, que no saben ni hacer un potaje.

En esos momentos no supe qué decir, así que distraje mi mente con las estanterías repletas de botellas de brebajes que no supe adivinar cuánto tiempo podían llevar en la penumbra de la tienda. Sabe, le dije al fin, nunca antes había reparado en esta tienda, a lo que contestó él muy rápido, es que sólo abro por las mañanas, cierro a las dos y media, seguro que siempre pasas por aquí por las tardes, a lo que contesté, pues sí, normalmente hago la compra cuando salgo de trabajar por la tardes.

Ves, continuó él, es que si te tienes que hacer rico, tiene que ser antes de que cumplas los cuarenta, luego ya está uno demasiado cansado para hacerse rico y ya es muy tarde. Yo cierro a las dos y media y, bah, por las tardes no trabajo. Hace bien, así tiene mucho tiempo libre, y entonces él me miró muy de cerca - calvito él - y me sonrió. Es que los jóvenes de hoy día no sabéis cocinar, espetó de nuevo mientras me miraba otra vez de arriba abajo y a la camiseta y a las bermudas y a las zapatillas rojas chillón. Las mujeres sólo quieren dinero, joven, y a partir de los cuarenta si no tienes dinero se te van. No es como antes, que el abuelo se quitaba la gorra y la levantaba y todo el mundo “sí buana”. Bueno tampoco es para tanto, dijo él. Ahora las mujeres se cansan y si no te has hecho rico antes de los cuarenta, te dejan y se van. Yo me separé hace unos años (el hombre debía tener unos 60, con los dientes pelados y amarillos de tanto chuparle al puro) y ahora ya no tengo problemas. Para qué, si una puta te la chupa por treinta euros y llegas a tu casa y no te dan problemas. Haces así, hizo el gesto, apoyándose con el puro, de quién coge la cabeza de una mujer por los pelos y la trae para si, y no te dan problemas…

En ese momento entró un dominicano también joven como yo por la puerta. Hombre, míralo, éste es otro, aspeó una ligera mueca y una risita, éste vive en un quinto sin ascensor, ¿dónde me habías dicho que vivías tú? Yo en un cuarto sin ascensor. Y se rió.

Déme también un agua de 8 litros y me cobra, por favor. Dos ochenta, majo. Ale, encantado de conocerle, le dije, y salí por la puerta y me fui a comprar el pan francés que tanto me gusta al mercado de Santa Caterina y media docena de huevos de corral grandes - que son mis preferidos - y me fui para mi casa pensativo a prepararme el desayuno del sábado-sábado por la mañana-mañana.